Seguro que has escuchado en muchas ocasiones a padres hablar de sus hijos como si participaran en una competición.
– “Juan se sentó solo con seis meses. ¿Y el tuyo?”
-“Alba comenzó a gatear a los ocho. ¿Lara aún no lo hace?”
Y la más típica: “Cuándo caminó Sara? Alberto antes de cumplir el año ya corría como un loco”.
¿Crees que el niño que se sienta, gatea o camina de manera precoz tiene más posibilidades de ser feliz en la vida?
Si así fuera, todos querríamos que nuestros hijos alcanzaran estos hitos lo antes posible pero, evidentemente, no existe ninguna relación.
Por tanto, hay que asumir que cada niño se desarrolla a su ritmo.
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